lunes, 24 de septiembre de 2007

Querido hijo no quería dejar pasar el día sin escribirte, seis meses ya, parece mentira, a veces me parece que no ha pasado el tiempo y otras que hace una eternidad que te fuiste y mañana, bueno ya hoy, cumplo 46 años. Prefiero ni acordarme que es mi cumpleaños, ya no hay nada que celebrar. Cuando terminaste el largo año de tratamientos deseaba que llegara esta fecha para que te dieran el alta y así al menos creer que la pesadilla había pasado, pero por desgracia solo fueron dos años de esperanza hasta que ese engendro del diablo comenzó de nuevo a comerse tu cerebro. Otra de las inútiles preguntas de las que nunca encontraré respuesta. ¿De donde salió semejante tumor tan rarísimo y tan agresivo? Hoy miro mi vida y me doy cuenta de que los grandes cambios que en ella ha habido todos han sido marcados por ti, 30 años hasta que tu naciste, 9 años que ahora me parecen los más felices de mi vida, 6 años de la pesadilla de tu enfermedad y ya lo que me resta de vida, desolación, tristeza y oscuridad.