lunes, 15 de octubre de 2007
Querido hijo, veo como pasa el tiempo esperando inútilmente que calme mi desesperación, pero nada, son días vacíos que en los que cada vez te hecho más de menos, supongo que pasados los primeros momentos en los que no puedes aceptar la realidad, esta se impone como tu losa aplastándome. Creo que ya no me queda nada en la vida por hacer y muchas noches te pido que me lleves a tu lado pensando ingenuamente que estás en algún lugar y desde él nos miras.
Miro continuamente una foto tuya que te hice a finales del último verano, la he sacado del ordenador lo mejor que he podido para ampliarla y ponerla en un portarretrato a mi lado, junto a la mesa del ordenador pues parece que me miras y me hace compañía pero lo que yo necesito es tenerte a ti, reír contigo y poder charlar de mil cosas.
Tu madre sufre al ver que no levanto cabeza, que tan solo me apetece dormir, me duele no ser más fuerte pero es que no encuentro razones para vivir.
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