jueves, 31 de enero de 2008

Querido hijo hace ya bastante que no te escribo, lo que no significa que deje de acordarme de ti un instante, tan solo que trato de entretener mi mente con tonterías para evitar recordar sobre todo esos últimos meses de tu vida tan dolorosos, donde cada noche lloraba frente al ordenador después de acostarte al verte tan mal y saber que tu marcha se acercaba sin remedio. Ya han pasado 10 meses desde que tu cuerpo dejó de vivir pero hace casi un año que yo hecho de menos a ese hijo siempre dispuesto a reír, con esa alegría que llenaba nuestras vidas, hoy la angustia a pasado dejando una triste calma sin esperanza. Aún sigo muchas noches mirando tu habitación cuando me voy a dormir esperando que todo sea una pesadilla y pueda besar nuevamente tu frente.

jueves, 10 de enero de 2008

Querido hijo, ya por fin se quedaron atrás las navidades, unas “fiestas” vacías como todo este tiempo que ha pasado desde que nos dejaste. Ahora intento entretener el tiempo jugando a un juego de rol por Internet y no puedo dejar de pensar en que te hubiera encantado jugar pues es un ambiente similar al señor de los anillos, tu gran película, además lo hubiéramos podido jugar en equipo como a ti te gustaba… lastima que ya no pueda verte disfrutar con los juegos de ordenador. Por lo demás todo sigue igual de triste, sin ti no hay alegría, tan solo recuerdos de las cosas que te hubieran hecho reír y de tantos comentarios irónicos que hoy se quedan sin decir. No quiero recordar tantos malos momentos por los que pasamos, tan solo quedarme con los ratos felices, pero me producen una terrible nostalgia, te hecho tanto de menos…

martes, 1 de enero de 2008

Ya terminó este año maldito que estará siempre en nuestra memoria mientras vivamos tu madre y yo, el año en que perdimos lo más valioso de nuestra vida, nuestro hijo. Hoy no puedo dejar de recordar estos momentos el año pasado, intentando que disfrutaras de tus últimas navidades, como tomamos las uvas de la suerte con un nudo en la garganta viendo que nuestra “suerte” se estaba terminando… no sabíamos que tan solo terminar las navidades ya todo sería una rápida y cruel cuesta abajo de casi tres meses que quisiera borrar de mi memoria. A pesar de los meses que han pasado en mi corazón sigue la misma rabia, la misma tristeza que ahoga mi alma cada día, cada vez que pienso como esa implacable enfermedad te destrozó la vida desde los nueve años para terminar quitándotela. No sé si existe Dios, pero Satanás para mi se llama sarcoma meníngeo.