viernes, 21 de septiembre de 2007
Querido hijo cada día retraso más y más el escribirte pues es como enfrentarme con este gran dolor que intento inútilmente engañar con pequeñas cosas, como quien quiere cegar un pozo tirando piedrecillas, y es que a pesar de que ya han pasado casi seis meses las mismas preguntas sin respuesta atormenta mi mente a cada momento, sobre todo una, la de siempre ¡¡ DONDE ESTÁS!! , a cualquiera le parecería una pregunta estúpida pero es que no puedo hacerme a la idea de que ya no te veré más. Hoy he abierto las puertas de tu armario y al ver tu ropa, tus gorras que la maldita enfermedad te obligó a llevar se me ha encogido el alma, por más que tome pastillas o que intente entretener la mente es inútil no dejo de recordar el pasado, cualquier cosa hace que piense en ti y en momentos vividos a tu lado.
Es curioso como la vida te da la vuelta transformándote casi en otra persona, yo antes pecaba de vivir pensando en el futuro, ahora peco de pensar solo en el pasado, el presente es una triste pesadilla de la que no puedo despertar y el futuro ha dejado de existir, no hay nada en él que me ilusione sin ti.
Como ves sigo una y otra vez dando vueltas en la misma noria, sin encontrar ningún camino ni salida de este continuo chapoteo en mi propia herida.
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