lunes, 23 de julio de 2007

Querido hijo ya hace cuatro meses y aún vivo cada día sin aceptar no verte más, aún me parece imposible que tan solo quede de ti un bote lleno de cenizas, aunque la razón lo comprenda el corazón no puede, cada noche al acostarme miro tu habitación y tengo la tentación de entrar a darte un beso en la frente y arroparte como siempre hacía.
Me cuesta comprender que ya no estás, que tan solo queda de ti nuestros recuerdos, muchos de ellos terriblemente dolorosos, como las últimas semanas de tu vida, llenas de sufrimiento, de impotencia, de rabia y sobre todo ya de una infinita tristeza como la que reflejaba tu rostro al ver como tu cuerpo cada vez era menos tuyo y más del tumor y las drogas.
Pasan los días, las semanas y ya hasta los meses y mi corazón se quedó contigo dejando tan solo un hueco vacío en mi pecho, con él se quedaron mis ganas de vivir, mis ilusiones y alegrías, ya tan solo veo ante mi un amargo y triste camino de una vida que ha quedado vana y sin futuro. Ya no te veré hacerte un hombre, ni enamorarte y tener hijos, hubieras sido una gran persona por tu nobleza, por tu gran corazón y tu inteligencia, pero esa maldita enfermedad se cruzó en tu camino y ya tan solo nos queda llorar tu ausencia.

No hay comentarios: